Embajadores de la Palabra

Exhortación fraternal para Apologistas Cristianos

por Daniel Sapia

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.." (2 Corintios 5:17-20)

En estos días pude ver algunos videos de debates donde conversaban un representante del Catolicismo Romano y otro del Cristianismo Evangélico. Durante un tiempo cada uno exponía su posición y luego se alternaban para "refutar" los argumentos de su interlocutor.

En todos los casos suspendí el video antes del final. Para ser sincero, me costaba ver intenciones de bendición y edificación espiritual (en ambos). Más bien parecían disputas teológicas de fechas, citas o si tal o cual palabra estaba bien traducida desde el griego, etc. Y, lo más triste,  donde no faltaba lamentablemente el destrato, desprecio y hasta burlas.

Me preguntaba ¿a quienes va dirigido ese espectáculo? Seguramente no a personas que anhelan aclarar alguna duda o simplemente "pasar por fuego" sus creencias con argumentos y puntos de vista a favor y en contra, pues qué mejor para saber si la fe se está edificando con oro-plata o heno-hojarasca [1].

Cuando predicamos el Evangelio, compartimos la palabra, participamos en disertaciones o en debates apologéticos, no estamos exponiendo NUESTRO mensaje. Estamos siendo embajadores en nombre de Cristo. Estamos exponiendo Su Palabra, Su Mensaje. Y como tales, debemos ser encontrados como "obreros aprobados" [2]

 

De la experiencia misma

1. Perlas
En todo debate de tono apologético, y al menos de ordinario, nunca debe tenerse expectativa de que nuestro interlocutor cambie de parecer en ese momento y por nuestra simple exposición. El tesoro de nuestra participación radica en dejar ideas cortas y claras (perlas) que generen en la/s otra/s persona/s (tanto interlocutor como eventuales espectadores) un genuino interés por analizar nuestra posición, aquello que estamos compartiendo. Luego, en función a la honestidad de su apertura, el Espíritu Santo harán el resto.

2. Paciencia y Doctrina
Para que lo anterior suceda, nuestra participación debe ser respetuosa, cordial, humilde, pero con sólida fundamentación. Tal como recomienda Pablo [3] con "Paciencia y Doctrina".

3. Tolerancia
El Cristiano Evangélico construye su edificio de Fe poniendo a Jesucristo de fundamento y edificando cada nuevo piso y pared con ayuda de pastores y maestros y conforme la Escritura va enseñando. Si alguna pared tambalea, la derriba y comienza de nuevo.
En cambio, el Católico Romano recibe un monumental edificio ya construido con algo de Biblia y mucho de Tradición (incomprobable) y Magisterio (autodenominado infalible) y -en todo caso- recurre a la Biblia sólo a buscar justificación de aquello que DEBE creer (CIC#88), recurriendo a las alternativas comúnmente difundidas. Algunas de ellas con aceptable pertinencia, otras forzando algún versículo descolgado (aunque el resto de la Escritura ni lo mencione ni sugiera). Y en otras ocasiones recurriendo a suposiciones sin el menor asidero. Más aún, incluso hay que estar preparados a que, agotados sus argumentos, diga que lo cree simplemente "..porque la Iglesia lo dice, y punto." (Y aunque parezca exagerado, es tal cual lo que enseña Tomás de Aquino en sus Ejercicios Espirituales 365:1) [4]

4. Un sólo tema
Es importante concentrarse en UN (solo) tema y evitar dispersarse o abrir líneas secundarias que sólo sirven para desviar el punto central. Si nuestro interlocutor notara que ya no posee respuesta a dicho tema central, es muy probable que aproveche y se oriente hacia alguno de esos comentarios periféricos y de escaso valor, para tratar de escapar del aprieto.
Esto es realmente importante. Estemos atentos en nuestros debates, requiriendo cuántas veces sea necesario no apartarse del tema central.

5. Suficiencia
Cuando hayamos completado nuestras instancias de fundamentación, y habiéndolas desarrollado incluso a través de diferentes enfoques, debemos dar por concluida nuestra exposición.
En ocasiones, viendo que nuestra clara explicación es resistida o rechazada, y queriendo -de forma testaruda- seguir aportando "algún otro argumento que sume", podemos caer en mencionar algo débil o fácilmente refutable y de esa forma favorecer a que el interlocutor eche descrédito a toda la ponencia. Se debe ser astuto y saber dónde plantarse. El lector/espectador, sabrá sacar su propia conclusión.

6. Respeto
NUNCA, pero nunca, se debe mostrar irrespeto, descrédito o burla. Cuando veo algún debate en donde alguna de las partes es provocativa o burlona, automáticamente se derrumba todo lo que haya dicho, por bueno que pudiera ser. Ni hablar si encima es alguien que opina que mi posición es equivocada.
Se puede reprender, redargüir, exhortar y corregir manteniendo completo respeto. Como Jesús en el desierto: a las provocaciones se les responde "Escrito está..." (Mateo 4:1-11)

Seguramente existen otras recomendaciones surgidas de vuestras experiencias. No obstante estas son las que cuido en lo personal, y con amor fraterno invito a mis hermanos también a observar.

Cualquier aporte lo recibo con gusto en [email protected]

 

Bendiciones en Cristo

Daniel Sapia

 

 

Notas:

 

[1] "Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará." (1 Corintios 10:11-13)

 

[2] "Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad". (2 Timoteo: 14-15)

 

[3] "Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo ... que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias.." (2 Timoteo 4:1-3)

 

[4] "Debemos siempre tener, para en todo acertar, que lo blanco que yo veo creer que es negro, si la iglesia jerárquica así lo determina" (Tomás de Aquino. Ejercicios Espirituales. Reglas para sentir con la Iglesia 365:1). Leer en Catholic.net

 

 

 

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