Derechos Humanos e Iglesia Católica

Por Miguel Gutiérrez

(ex-sacerdote católico romano)

colaboración especial para "Conoceréis la Verdad"

Uno de  los elementos fundamentales que nos hace ser cristiano, además de la fe en Jesucristo es, sin duda alguna, la coherencia entre lo que predicamos con la referencia explicita a lo que vivimos. En ese sentido, nadie puede abrogarse el titulo de “cristiano”, si no solo se compromete y acepta a Jesús en su corazón, sino también, practica en su vida las enseñanzas del Maestro.

Hoy, en una coincidencia que rompe fronteras, renombrados teólogos católicos y protestantes están de acuerdo en señalar que la misión central de Jesús fue su proclamación del Reino de Dios. Reino que implica no solo una esperanza de que el Reino llegue a ser, sino el compromiso-instauración de que el Reino sea una realidad para todos, especialmente para aquellos que han sido privados de la vida y la justicia.

En este sentido, leemos en la Sagrada Escritura que Jesús proclamó  la llegada del Reino: “El Espíritu del Señor esta sobre mi, y me ha enviado a anunciar la Buena Nueva”. Esa “Buena Noticia” tiene un destinatario especifico: los pobres, los que sufren y lloran, los vilipendiados, los abandonados, los oprimidos. A ellos Jesús les llama “bienaventurados”.

Una y otra vez he escuchado a la Jerarquía católica proclamar su compromiso con la defensa de los Derechos Humanos. Como ejemplo especifico de ello, la Iglesia Católica ha llamado a países tradicionalmente dictatoriales a ejercer un cambio democrático de sus sistemas de gobierno. Sin embargo, hay una contradicción esencial en este llamado que el Obispo de Roma y los obispos del mundo realizan. ¿Cómo llamar a la democracia, cuando el sistema jerárquico católico es anti-democrático? La respuesta católica a esta contradicción resulta por demás repugnante.

Se dice que la Iglesia Católica es Jerárquica, porque su fundador Jesús, así lo estableció, fue “su” voluntad. Hace algunos años, el actual Papa Bendicto XVI, en colaboración con el periodista italiano, Vittorio Messori, publicó un libro llamado “Informe sobre la Fe”. Ese texto se convirtió rápidamente en la posición oficial de la Iglesia Católica en infinidad de temas teológicos. En ese texto, afirma el entonces Cardenal Ratzinger, que la estructura jerárquica de la Iglesia Católica fue y es voluntad de Jesucristo. No esta por demás comentar, que tal posición fue duramente criticada incluso por eminentes teólogos católicos.

Si seguimos la fuerza de la lógica, entonces debemos concluir que para la Jerarquía católica, todos estamos obligados a instituir sistemas democráticos, menos la Institución Católica. Porque ella ejerce el poder “in persona Christi”, es decir: en el nombre de Cristo. Pero, ¿Qué sucede cuando la Institución Católica viola los derechos de libre expresión de sus teólogos, de sus sacerdotes, de sus fieles o religiosos? ¿Qué sucede cuando los obispos o sacerdotes violan los derechos de expresión de sus fieles? La respuesta es por demás, simple: el fiel, sacerdote o religioso, deben sujetarse a las disposiciones canónicas establecidas por la Institución y, lo que es peor, a la “interpretación” de las normas canónicas establecidas por los obispos. ¿Cómo ganar un juicio cuando el juez y fiscal son la misma persona?

Ejemplos de este abuso de poder los encontramos no en la Edad Media, preguntémosle su opinion a Hans Kung o Leonardo Boff. Uno teólogo europeo y el otro latinoamericano. El primero de ellos, Hans Kung, fue uno de los teólogos católicos mas renombrados, respetados y que mas influyó en la reforma católica durante el Concilio Vaticano II. El segundo, uno de los llamados padres de la Teología de la Liberación y reconocido por su compromiso con la defensa de los derechos de los pobres de América Latina. Ambos tienen una historia similar. Ambos cuestionaron la autoridad romana, ambos fueron condenados por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, cuando Ratzinger era el Prefecto. Ambos fueron suspendidos de sus cátedras en la Universidad. Ambos fueron suspendidos de su ministerio sacerdotal. Ambos prefirieron seguir a su conciencia antes que ceder ante todo tipo de presiones para retractarse.

Se de infinidad de casos, donde el aplastante peso de la autoridad romana ha hecho pedazos la vida y conciencia de aquellos que se han atrevido a “ser diferentes” a “pensar distinto”. Ni que decir de los cientos de “sacerdotes casados” que han sido obligados a abandonar su ministerio sacerdotal.

Es un hecho que cuando se habla de ejercer la autoridad en el nombre de Cristo, nadie puede privilegiar el poder por encima de la caridad evangélica. Por ello, me atrevo a dejar en la mente de mis lectores la siguiente pregunta: ¿Es Jesús el que actúa en la Iglesia Católica?

Miguel Gutiérrez

(ex-sacerdote católico romano)

 

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