El Papado

¿ Fue San Pedro Papa ?

 

Rev. H. B. PRATT, Inglaterra, año 1855

ANTES de entrar en el examen de esta célebre cuestión, haremos dos observaciones, a fin de dar mayor claridad a la discusión y de evitar equivocaciones.

Debe notarse, primero, que los términos familiares con que es de costumbre designar a San Pedro, y a sus llamados sucesores, no pueden hallarse en el Nuevo Testamento. Los títulos "Jefe de los Apóstoles", "Pastor principal", "Cabeza de la Iglesia","Santo Padre","Vicario de JesuCristo","Vicegerente de Dios", etc.. son todas invenciones de siglos posteriores. Varios de ellos son títulos propios del Señor Jesús, que sus pretendidos siervos, como unos criados atrevidos e insolentes, se han apropiado. Es un hecho importantísimo, y que no debe olvidarse jamás, que en el Nuevo Testamento y en los escritos de los primeros padres, San Pedro no recibe ningún título que le distinga de los demás apóstoles.

La otra observación preliminar, es, que para que sea consecuente el sistema papal, el mismo grado y la misma especie de subordinación deben hallarse entro los apóstoles con respecto a sus relaciones con Pedro, que los que se observan actualmente en la jerarquía romana. Es claro que el arroyo no puede subir mas alto que su fuente, y que el heredero no puede heredar mas de lo poseyó el propietario original: en otros términos, que el sucesor de Pedro no puede heredar de él, una preeminencia que él no tuvo. Ahora bien, sucede que mientras los papas reclaman ser sucesores de Pedro, todos los obispos romanos reclaman, (y los Papas reconocen  sus pretensiones), ser sucesores de los domas apóstoles. La naturaleza del caso exige que la segunda pretensión sea tan verídica corno pueda serlo la primera; de modo que si el Papa hereda las prerrogativas de Pedro, los obispos heredan igualmente las de Pablo, Santiago, Juan, etc... ; pero si los obispos no heredan las de los demás apóstoles, tampoco hereda el Papa las supuestas prerrogativas de Pedro. Es indudable, pues, que si hay algo de verdad en las pretensiones papales, los apóstoles rindieron a Pedro el mismo homenaje y la misma obediencia que el Obispo de Roma requiere de los demás obispos de la cristiandad papal. Por lo tanto, si hay pruebas de que tal subordinación a Pedro no existía entre los apóstoles, tendríamos plena razón para concluir que la supremacía del Papa no es legítima, sino que es mas bien una, usurpación ultrajante.

No queremos entrar ahora en el laberinto de interpretaciones contradictorias respecto de aquel célebre pasaje, "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, etc..". Mat. 16:18,19. Único pasaje que los más ardientes defensores de la prerrogativa papal, pueden citar como prueba directa en su favor; pues que los otros pocos que se citan son meramente corroborantes, y por tanto nada valen a menos que el hecho no sea establecido por medio de una prueba directa. Nos proponemos hacer algunas indagaciones que pondrán en claro lo insostenible de la interpretación papal. Hecho esto, será superflua una refutación formal.

I. Si, como dicen los escritores romanos, las palabras "Tu eres Pedro.." etc., constituyeron a Pedro "Jefe de los apóstoles ,y fundamento de la Iglesia ¿cómo es que tres evangelistas las omiten ? Marcos y Lucas (Marcos 8:29 y Lucas 9:20) refieren la noble confesión hecha por Pedro de la divinidad del Señor, que dio motivo a las palabras que Jesús le dirigió; y si estas palabras encierran, como se nos asegura, la vida misma del Cristianismo, ¿ cómo se atrevieron estos a omitirlas ? ¿ Por razón de envidia ? No por cierto.

II. Es del caso preguntar, si los apóstoles entendieron estas palabras según la interpretación papal. Los católicos romanos dicen que nada puedo ser mas claro y concluyente que estas palabras, y que hasta un ciego puede ver que constituyeron a Pedro, Papa. Pues bien, ¿ cómo las entendieron aquellos a quienes se les dirigieron ? Parece que en lugar de haber sido concluyentes para estos, mas bien fueron causa de contienda mezquinas respecto de la referida supremacía, las cuales ellos, como historiadores fieles, refieren para su propia vergüenza; y juzgamos así, porque no se hace mención de tales contiendas antes de aquella ocasión, y sí, se hacen de muchas, después. Y en efecto, si esta palabras hubiesen sido concluyentes en favor de Pedro, ¿ cómo habría quedado lugar para contiendas frecuentes sobre "quién de ellos sería el mayor" ? Marcos 9:34; Mateo 18:1; y 20:20-28. Estas disputas quedaron sin decisión hasta la muerte del Señor, y hallamos a los discípulos, aún entre las tristes escenas de la última cena disputando, "quién de ellos sería reputado el mayor" Lucas 22:24. Y si aquellos a quienes se dirigieron estas palabras , no las tuvieron por concluyentes en favor de Pedro, ¿ cómo es posible que sean concluyentes para nosotros ?

III. Si el Señor quiso investir a Pedro de este codiciado primado, en las palabras ya bastante citadas, y sus apóstoles en la ceguedad de su amor propio no las entendieron así, ¿ cómo sucedió que el Salvador, que acostumbraba a repetir muchas veces sus más importantes doctrinas, perdiese tantas oportunidades de corregir su equivocación, y poner en salvo esta doctrina vital ? ¿ Cómo es que no les dijo, una vez por todas, que no había lugar para contiendas, puesto que Él les había ya impuesto a Pedro como Jefe y Señor ? ¿ Cómo se explica, que en lugar de hacerlo así, les amonestaba: "Uno sólo es vuestro Maestro, el Cristo, y vosotros todos sois hermanos..." ? Mateo 23:8. ¿ Quién es el hombre que tiene aún cabal el sentido, que puede creer que nuestro Señor quisiese establecer entre ellos un principado espiritual, parecido a un reino terrenal, siendo así que aprovechando todas las ocasiones de contienda entre ellos respecto al primado, reprende su ambición mundana, y les enseña: "ENTRE VOSOTROS NO SERÁ ASÍ; antes el que quiere ser el mayor, sea vuestro criado, y el que quiere ser primero entre vosotros sea siervo de todos;" Marcos 10:43-44; y en otra ocasión: "Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos y el siervo de todos." Marcos 9:35; y otra vez aún: "EL QUE ES MENOR ENTRE TODOS VOSOTROS, ESTE ES EL MAYOR" Lucas 9:48. Si esto no demuestra que el único primado que Jesús reconoció entre sus apóstoles, era el ser primero en la humildad, el celo, las buenas obras y el servicio de los demás, conforme al ejemplo que Él les dio, la reprensión y el precepto carecen absolutamente de significado.

IV. Es un hecho bien significativo que San Pedro ni reclama, ni da la más remota insinuación de que poseyese la alta autoridad que sus pretendidos sucesores reclaman tan ruidosamente en su nombre. Sus epístolas, bien diferentes de las bulas y alocuciones de los Papas, principian sencillamente as¡: "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesu Cristo.." etc.. Del Señor Jesús, en verdad, él dice que es la Piedra escogida, en quien solo hay salud. Hechos 4:11-12. y este parece haber sido un tópico favorito para él (véase 1 Pedro 2:4,6) ; pero si hemos de juzgar por su predicación y sus epístolas, no tenía idea alguna de que él fuese Piedra de fundamento, y Jefe de sus hermanos: -descubrimiento reservado a algunos de sus más felices sucesores. ¿ Qué razón puede darse para este silencio tan profundo respecto de su primado, siendo así que los demás apóstoles y todos los cristianos debían someterse a él so pena de perdición ? Los abogados de su primado contestan que fue por razón de su modestia personal. i Qué desgracia que todos sus sucesores no hubiesen heredado de él una modestia parecida ! Pero se sabe que muchas veces, el silencio es la traición; y San Pedro no pudo haber desconocido que respecto de una doctrina tan vital, (el primero de los artículos de la fe, porque es el fundamento de todos los demás), la tal modestia habría sido criminal en el mas alto grado. Si nuestro Señor, por razón de una falsa modestia, hubiese callado del mismo modo respecto de ser Hijo eterno de Dios, ¿ en dónde estaría hoy día el Cristianismo ? ¿ Fue acaso, que no hubo razón para que Pedro rompiese su silencio modesto, (que en verdad no le caracterizó a él), porque todos reconocieron su primado, y publicaron el hecho de buena gana ? Veámoslo.

V. Si la modestia de Pedro sobrepujaba a este respecto su acostumbrado buen sentido, acaso los demás apóstoles, sus humildes y fieles servidores, hubieran declarado en su lugar, que el Señor había nombrado a Pedro y a sus sucesores como los representantes acreditados de Él en la tierra, contra quienes la rebelión sería igual a la rebelión contra Él mismo. Si esta era una verdad, era sumamente importante sin duda; y sin embargo los demás apóstoles callan con respecto a ella, tanto como calla Pedro. Tenemos algunos sermones de Pablo, en que nada dice de Pedro, pero sí, mucho del Maestro de Pedro. Tenemos veintiseis epístolas, (incluyendo las siete del Apocalipsis, y omitiendo las dos de Pedro), escritas por los apóstoles a las iglesias: aún el nombre de Pedro no se encuentra sino en dos de estas, y en ellas figura de una manera muy poco favorable a la causa de su primado. Y no obstante esto, ellos se atrevieron a protestar que estaban "limpios de la sangre de todos, porque no hemos dejado de anunciaros todo el consejo de Dios." Hechos 20:26,27. Por supuesto, los papistas suplen este defecto de importancia vital, recurriendo a las minas de cómoda e inagotable explotación de la tradición. ¡Sin duda los apóstoles mostraron una sabiduría y previsión extraordinarias, escribiendo tantas cosas triviales y de poca importancia, mientras dejaron a la tradición oral el oficio de transmitir las doctrinas fundamentales que solas dan valor y vitalidad a las demás!

VI. Si hubiese un papado en la Iglesia apostólica, ¿ cómo es que San Pablo, enumerando los oficiales permanentes y extraordinarios de la Iglesia de Dios, tuvo la osadía de callar sobre la supremacía de Pedro, alegando que Dios había "puesto en la Iglesia en primer lugar apóstoles" ? 1° Corintios 12:28.

VII. San Pablo por su celo en predicar la abolición del ritual mosaico, que los cristianos judaicos observaban escrupulosamente, Hechos 21:20,21, tuvo muchos enemigos entre ellos, a los cuales él denomina "falsos hermanos" 2° Corintios 11:26. Estos le menospreciaban, lo comparaban envidiosamente con Pedro, el grande apóstol de los judíos, negaban que era apóstol, aseguraban que era por lo menos inferior a los primeros apóstoles, que recibió su apostolado de ellos y era responsable a ellos, etc.. Estos escarnios mezquinos y profundamente penosos y perjudiciales, lo obligaron a hacer repetidas defensas de su apostolado. Pero si estos "falsos hermanos" tuvieron razón, si Pedro fue Papa, y por esto tuvo autoridad y dominio sobre Pablo y los otros apóstoles, ¿ con qué muestra de verdad pudo Pablo protestar contra sus enemigos, diciendo que era "apóstol no de los hombres, ni por hombre;" Gálatas 1:1; que el Evangelio que él predicaba "no lo recibió ni aprendió de hombre, sino por revelación de Jesu Cristo," Gálatas 1:12; que cuando fue llamado por Dios para predicar su Evangelio entre los gentiles, "no confirió con carne y sangre, ni subió a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que él;" Gálatas 1:16,17, y que años después cuando estuvo con ellos "nada le comunicaron" Gálatas 2:6. ¡Qué insolencia! que él protestase del modo siguiente: "En nada he sido inferior a los más grandes apóstoles;" 2° Corintios12:11.

VIII. Si Pedro tuvo el primado apostólico, y por este, autoridad y dominio sobre toda la iglesia, ¿Cómo se atrevió Pablo a asegurar (Gálatas 2:7-9) que Dios había confiado a Pedro "el apostolado de la circuncisión", (o de los judíos), y a él el de los gentiles; y aún tomó para sí el título de "apóstol de los gentiles"? Romanos 11:13. Los romanistas dicen que esta era una subordinada división de tareas. Pero ¿Por qué no dice Pablo que era una división subordinada? ¡Cuán bello y sumiso sería si el Arzobispo de París, en una de sus pastorales dijese "Dios ha encomendado al obispo de Roma las almas de los Estados del Papa, y a mí las de Francia; por tanto él debe cuidar de las suyas y yo de las mías. No soy yo inferior a él; no soy obispo ni de él, ni por él, ni tampoco soy responsable a él, sino solamente al Señor." Sin duda, tal pastoral causaría un ruido estrepitoso en el mundo papal; el sucesor de Pedro examinaría con inquietud para asegurarse de la estabilidad de su silla, y el atrevido Arzobispo oiría sin demora, en la distancia, los truenos del Vaticano. Sería algo nuevo, por cierto, en estos días de obediencia pasiva, aunque bien parecido a la contestación con que en el siglo III, el aferrado Cipriano de Cartago rechazó las pretensiones del arrogante Esteban, obispo de Roma. Pero si, según el dogma papal de la sucesión apostólica, él fuese un descendiente lineal de Pablo, heredando sus prerrogativas, ¿No tendría razón a contestar así a las pretensiones del sucesor de Pedro? Sino, "el patrimonio de San Pedro", gracias a la frugalidad e industria incansable de sus herederos, debe haberse aumentado asombrosamente desde que él hizo su testamento, mientras que el de Pablo se ha desperdiciado vergonzosamente por los pródigos que le han heredado.

La cristiandad europea es de origen gentil; y no sería una cosa sin ejemplo en la historia de los reinos de este mundo, el que algún atrevido, de estos falsamente llamados "sucesores de los apóstoles", trazase su genealogía espiritual hasta el "apóstol de los gentiles", y habiendo declarado al Papa, usurpador, enviase al sucesor del "apóstol de los judíos", a buscar los restos de su gremio en dondequiera que pudiese hallarlos.

IX. Presentamos solamente dos ejemplos más, (aunque son muchos los que podríamos citar todavía), que nos parecen decir muy poco en apoyo del papado de Pedro; el primero (Hechos 8:14), el de los apóstoles enviando a Pedro para predicar en Samaria; (¡ Los obispos enviando al Papa sobre una misión de predicación !) El segundo, (Gálatas 2:11-14) el de la aguda y pública reprensión con que Pablo reprobó el disimulo de Pedro en Antioquía, indicando todas las circunstancias que existía la más perfecta igualdad entre los dos.

Si Pedro hubiese ocupado en la Iglesia primitiva el puesto que ocupa actualmente el Obispo de Roma en la Iglesia Papal, es seguro que así los enemigos como los amigos del Cristianismo hubieran tenido informes sobre el particular. Pero consta, según el testimonio auténtico de las Escrituras, que los judíos sabían tanto como sabemos nosotros respecto del primado de Pedro; puesto que cuando acusaban a Pablo ante el tribunal de Félix, su orador y abogado, Tértulo, habiendo expuesto contra Pablo muchos y gravísimos cargos, reasume todas las acusaciones en la siguiente; dice así pues: "Y ES CABEZA de la sediciosa secta de los nazarenos," es decir, de los cristianos. Hechos 24:5. Y leemos a continuación que "también los judíos añadieron, diciendo que ESTO ERA ASÍ." Sobre las citas anteriores no puede recaer ni la más mínima sospecha; pues que las hemos sacado de la Biblia del PADRE SCIO.

Estos ejemplos son más que suficientes para demostrar que sueña el hombre que piensa hallar entre los apóstoles alguna cosa parecida a la supremacía papal. La falta del sol a media noche no es más notable que lo que lo es la falta de un papado en la Iglesia apostólica; y sea la que fuere la interpretación de las palabras, "Tú eres Pedro, etc.." nos atrevemos a esperar que todo lector convendrá en lo siguiente, a saber: que la interpretación papal queda excluida sin remedio. Empero puede observarse aquí, que casi todos los antiguos padres interpretaron las palabras "sobre esta piedra (o más bien "roca") edificaré mi Iglesia", como refiriéndose, no a Pedro, sino a su noble confesión de fe sobre la divinidad del Señor Jesús; y esta es evidentemente la verdadera interpretación. Esto, no obstante, si se quiere insistir, diciendo que el mismo Pedro era la "piedra", o la "roca", lo concederemos con gusto, por no altercar sobre palabras. Pero que se nos diga ¿de qué modo se edificó la Iglesia sobre Pedro ? Difícil será, por cierto, para los romanistas, explicarse cumplidamente sobre este asunto. ¿ Le edificó, pues, sobre su cuerpo ? -¿ sobre su alma ? -¿ sobre su cabeza ? -¿ sobre su persona ? -o, ¿ sobre qué parte de él se edificó ? ¿ O, se edificó, más bien, sobre su predicación ? Sobre su cuerpo, sería empresa harto difícil. Sobre su alma, el fundamento sería deleznable; por cierto que no lo sería menos su persona. Sobre su predicación, la idea se comprende perfectamente, y bien pudiera ser verdad; y esto estaría de acuerdo con las palabras de Pablo, que dice: "Sois edificados sobre el fundamento (esto es, sobre la predicación y doctrina) de los apóstoles y profetas, en el mismo JesuCristo que es la principal piedra angular, en la cual todo el edificio que se ha levantado, crece para ser un templo santo en el Señor".Efesios 2:20-21; y: "Según la gracia de Dios, que se me ha dado, yo eché el cimiento, como sabio arquitecto: más otro edifica sobre él. Pero mire cada uno cómo edifica sobre él; porque nadie puede poner otro cimiento, que el que ha sido puesto, que es JesuCristo" 1° Corintios 3:10-11.

Los romanistas, refiriéndose a Mateo 16:19,19, nos hacen la siguiente pregunta: "Si nuestro Señor, con estas palabras, no quería constituir a Pedro en fundamento de la Iglesia, y jefe de ella, ¿qué es lo que quería hacer?" Vamos a contestarles de una manera que satisfaga a todo hombre imparcial que busque la verdad.

Es evidente que con aquellas palabras Jesús quería conceder a Pedro algún privilegio personal, puesto que esto mismo fue lo que motivó las disputas entre los apóstoles acerca de la primacía, que hemos referido arriba. Jesús negó la tal primacía, sin revocar por eso el privilegio concedido a Pedro; cuyo privilegio consistía en poner él primero el cimiento de la Iglesia en el día de Pentecostés, y en el de admitir antes que otro así a los gentiles como a los judíos en ella. "Las llaves del reino de los cielos" (expresión de que el Señor se sirve muchas veces en orden a la Iglesia visible, Mateo 13:24, etc.) dan a entender sencillamente el poder de abrir la Iglesia para admitir a los hombres en ella. En el día de Pentecostés, Pedro predicaba, y Dios por medio de su predicación convirtió 3.000 almas, y las agregó a su pueblo; entonces comenzó a organizarse la Iglesia, la cual no tenía antes una forma determinada. A Pedro, pues, se le otorgó el privilegio de abrir la Iglesia a los judíos, y algunos años después, a los gentiles también. Hechos cap. 10. Esta es la única distinción que el mismo Pedro pretenda haber tenido alguna vez, según consta de las palabras siguientes: "Varones, hermanos, vosotros habéis que desde los primeros días, [aludiendo probablemente a las palabras de Jesús], ordenó Dios entre nosotros, que por mi boca los gentiles oyesen las palabras del Evangelio y creyesen." Hechos 15:7.

Jesús concedió pues a Pedro la distinción y el privilegio, eminentes por cierto, de abrir las puertas de la Iglesia así a los judíos como a los gentiles; antes de entonces a nadie le era dado evangelizar entre los gentiles, (Mateo 10:5 y Hechos 11:19); esto es todo lo que quieren decir las palabras de Jesús en Mateo 16:18,19 y nada más. Pero, es de advertir que una vez abiertas las puertas de la Iglesia, estas no habían de cerrarse jamás; y, por lo mismo "las llaves" no tenían otro oficio que desempeñar. Lo que Pedro hizo de ellas después, no se nos ha dicho. Lo más probable es que habiendo ellas cumplido su cometido, Pedro las devolvió a Jesús, de quien las recibió y de quién se nos dice que es "el que tiene la llave de David; el que abre y nadie cierra; y cierra y nadie abre"; ni aún el mismo Pedro. Apocalipsis 3:7.

Respecto de las palabras, "todo lo que ligares sobre la tierra, será ligado en los cielos, etc." se verá por Mateo 18:18, y los versículos anteriores y siguientes, que Jesús, usando de las mismas palabras, concedió la misma autoridad, sea cual fuere, no solo a todos los apóstoles, sino a todo su pueblo creyente.

Confesamos de buena gana, que entre los primeros apóstoles, San Pedro ejecutaba siempre el papel más notable, y que tenía una cierta preeminencia entre ellos; así siempre acontece que entre personas iguales, un talento distinguido jamás deja de dar una especie de preeminencia a su poseedor. Pedro la tenía; él fue el más ardiente, el más capaz y el más impetuoso de los doce apóstoles. Así sucedió que muy frecuentemente él hablaba en el nombre de los demás, como si fuese el representante de todos, no porque tuviese mayor autoridad, sino porque era el más vivo y fogoso. El ardor y atrevimiento de su temple generoso, le ganaron muchos privilegios, y le dieron el primer lugar en los encomios de su Señor; pero el primer lugar también en sus severas reprensiones. Su distinción no fue oficial, sino personal; fue la preeminencia de los grandes talentos más no de autoridad. Pero cuando le comparamos con el apóstol Pablo, aún esta distinción desaparece enteramente. Este príncipe de apóstoles era muy superior a Pedro; igual en autoridad, superior en prudencia; igual en talento, superior en ilustración; igual en ardor, superior en firmeza; igual en energía pero superior en constancia, en mayores trabajos y en más abundantes y perdurables sucesos, desempeñando en el Nuevo Testamento un papel mucho más distinguido y mucho más brillante que él.

En resumen: cuando notamos que aquellos a quienes fueron dirigidas las célebres palabras citadas tan repetidas veces, no las entendieron en el sentido papal, sino que más bien las tomaron por ocasión de contienda; que nuestro Señor no las interpretó en sentido papal, sino que más bien reprobó las contiendas de ello, y estableció su completa igualdad; y que San Pedro mismo no las reclamó en sentido papal; que los demás no las confesaron en ese sentido; que San Pablo negó y protestó contra el tal sentido: cuando agregamos a esta contrapruebas los hechos de que nada se dice al respecto de lo transmisible del supuesto primado, ni del modo y línea de la tal transmisión, y que no hay ni una sola palabra de los apóstoles ni de Pedro, ni de los escritores coetáneos, al efecto de que Pedro hubiese establecido su pretendida silla en Roma, ni que estuviese siquiera una sola vez allí; nos parece que el hombre debe haber abdicado su juicio privado, y con él su sentido común, cuando pensando las consideraciones anteriores se atreve a repetir que por las palabras "Tú eres Pedro..etc.", el Señor quiso establecer en su Iglesia la supremacía papal y transmitirla a los siglos posteriores por la línea de los obispos romanos.

 

Rev. H. B. Pratt

Inglaterra, año 1855.

(Extracto del libro "Noches con los Romanistas" del Rev. M.H. Seymour escrito en Inglaterra en 1855. Este texto del Rev. Pratt, quien fuera el traductor al Español de la obra citada, se encuentra en el "Apéndice del Traductor", Artículo 3°, páginas 387-396)

 

 

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