Mi Conversión a Cristo

por  Mario González Hernández

 

 

Antes de comenzar el relato me parece adecuado darle algunos detalles de mi persona. Nací el 9 de Abril de 1951 en Brooklyn, New York. Viví mi niñez y parte de mi adolescencia en el caserío Manuel A. Pérez, en el Area Metropolitana. Mis padres hicieron un gran sacrificio para comprar una casa en el pueblo de Caguas y darnos una oportunidad de tener una mejor calidad de vida. A la cual nos mudamos en el 1964. Desde muy pequeño limpiaba zapatos y vendía periódicos, lo que me ayudó a ser muy independiente. En el año de 1968 entré al Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayaguez donde me gradué con tres especializaciones en Ingeniería Civil además de tomar los cursos de Maestría en Ingeniería. Para el 1973 ya estaba trabajando como Ingeniero Superintendente de proyecto en una urbanización en Ponce. En ese mismo año pasé la revalida y obtuve las licencias de Ingeniero y de Agrimensor. Posteriormente fundé mi propia oficina de Ingeniería de la cual me retiré en el 1996. Tuve la oportunidad de estudiar en otras instituciones universitarias y de ser profesor en la Universidad del Turabo. 

 

Bueno, ya basta de hablar de mi. Vamos a lo importante. Voy a ser lo mas breve posible sin entrar en muchos detalles. Todo comenzó para el año de 1983, cuando uno de mis primos, Fanelito, [un adolescente en esos años] fue arrestado por robo. Otro primo mío, Edgardo, que es abogado logró que este fuera transferido de la Penitenciaria Estatal [mejor conocida como el Oso Blanco] a un programa de rehabilitación cristiano. El centro tiene por nombre, Hogar Nueva Vida y esta localizado en el pueblo de Gurabo. Mi tía Felicita no tenia vehículo para viajar a Gurabo y me pidió si podía llevarla los domingos por la tarde a ver a mi primo. El primer domingo, de muchos, cuando llegué, me llevé una gran sorpresa al saber que este centro de rehabilitación era operado por Pentecostales. Ese primer día tuve una agria discusión con los maestros de la institución. Yo me había criado en la religión católica y siempre tuve una mala opinión de los Pentecostales. Los trataba de buscones, vividores, mentirosos y otros epítetos que no merecen ser mencionados.

 

Mi primo en cada visita me comentaba todo lo que le estaban enseñando con respecto a Jesucristo y la Biblia. Y yo notaba que ya él estaba dudando que fuera correcto o verdadero lo que le habíamos enseñado y dicho. Para sacarlo de dudas le dije: "Mira yo estudié la Biblia en la universidad con un ex-sacerdote y la Biblia es solo la historia de un pueblo. Pero como hace algún tiempo de eso voy nuevamente a leerla y a buscar información para probarte que estos Pentecostales son unos buscones mentirosos y mostrarte las cosas tal y como son". Por tal razón fui a varias librerías y compre libros sobre todas la religiones y sus doctrinas incluyendo la católica. Compre una Biblia y la leí de principio a fin, como decimos acá en Puerto Rico, de tapa a tapa. Luego comencé a estudiar las diferentes doctrinas y a compararlas con lo establecido en la Biblia. Comparé las doctrinas, de los Católicos, Pentecostales, Budistas, Mahometanos, Testigos de Jehová, Adventistas, Mormones, Religiones Orientales de la China y la India, Esoterismo, Espiritismo, Humanismo y otras religiones. Comencé a escuchar a los predicadores Pentecostales y buscaba si lo que decían estaba en la Biblia.

 

Este proceso me tomó cerca de un año y al final me di cuenta que solo Jesús reclamó ser Hijo de Dios, ser la verdad, ser la vida, tener autoridad para perdonar el pecado y dar la salvación. Descubrí que las doctrinas de la Iglesia Católica relacionadas con la salvación, el perdón de pecados entre otras están en contra de todo lo establecido por Jesús y sus apóstoles. Jesús reclama tener toda potestad en el cielo y en la tierra para perdonar, juzgar, condenar y salvar. Usted tiene el derecho de creerle o no creerle. Ese es el dilema. Si usted le cree, entonces entra en un pacto con él. Si no le cree, entonces sigue viviendo tal y como vive. Jesús reclama juzgarlo a usted por esa decisión. Me di cuenta que muchas de las religiones que se llaman evangélicas y/o cristianas tienen doctrinas contrarias a las palabras de Jesús y la doctrina bíblica. Pero sobre todo empecé a ver a Jesús como nunca lo había visto. Recibir a Jesús conlleva una responsabilidad muy grande. No se puede tomar a la ligera. Me di cuenta que muchos dicen ser cristianos o seguidores de Jesús, pero realmente no lo son. Y yo era uno de ellos.

 

Yo siempre me consideré un hombre bueno, sin vicios de licor, cigarrillos y drogas, buen hijo, buen padre, sin problemas con la ley, buen vecino , respetuoso, trabajador y que no le hacia daño a nadie.  Cumplía con lo establecido en la religión Católica y ayudaba a las personas necesitadas. Todo parecía bien, pero las palabras de Jesús me condenaban. Me mostraban tal y como era, solo un pecador, que necesitaba arrepentimiento y aceptar a Jesús como mi Señor y mi único y exclusivo Salvador. Esto por supuesto si quería el perdón y la salvación ofrecida por Jesús. Por medio estaba el dilema si lo dicho por Jesús era cierto o no. En adición, entendí el compromiso que hay que contraer con Dios de vivir una vida santa [separada del pecado]. Me dije , no puedes aceptar a Jesús y seguir viviendo como vives. Tenia una situación de faldas que no quería dejar y sabía que la misma no era agradable a Dios, conforme a lo que había leído.

 

Finalmente, a mediados del año de 1985, una noche, sólo, en mi casa,  tomé la determinación de creerle a Jesús y ser salvo. Me arrodille en mi cuarto y abrí mi corazón a Jesús. Le confesé mis pecados y le pedí que lavara mis pecados con su sangre derramada en la cruz del calvario. Hice una oración sencilla donde me comprometí a vivir conforme a sus mandamientos y lo acepte como mi Señor y mi único salvador. Le pedí su ayuda para poder perseverar y mantenerme firme. Posteriormente lo confesé públicamente y desde entonces le sirvo. Ahora en vez de religión tengo a Cristo en mi corazón.

 

Luego de esto, fui a ver a mi primo y le dije lo que había ocurrido y lo invité a aceptar a Jesús. Lamentablemente las drogas lo atraparon y no pudo recuperarse. Muriendo años mas tarde de SIDA.

 

Una persona me dijo un día: Tu eres un hipócrita porque después que gozaste tanto en el mundo, no quieres que yo goce ahora. Yo le respondí, si tu reconoces que yo gocé mucho en el mundo, como explicas que dejara ese placer por el evangelio de Jesús. Nadie deja algo bueno por algo malo. Si no, que dejas algo bueno por algo mejor.

 

Lector, espero que Dios te bendiga mucho y que esta experiencia te lleve al conocimiento del Señor y recibas el don de Dios, esto es, el perdón de pecados y la salvación; por medio de la fe en Cristo Jesús, Señor Nuestro.

 

 


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Daniel Sapia - "Conoceréis la Verdad"

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